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martes, 31 de marzo de 2015

Una de cada cuatro mujeres, víctima de la 'violencia psicológica de control' por parte de su pareja.



Dado que los fundadores de este blog cursamos un grado de psicología, me parecería adecuado hablar de violencia psicológica. Este tipo de maltrato no parece tan llamativo como la violencia física, por ejemplo. No es tan visto en prensa y tampoco es fácil percibirlo ya que suele ocultarse más entre las parejas. ¿Quién no ha oído, por ejemplo, hablar de violencia de género?

Es cierto que escuchar casos de maltrato físico causa más conmoción en las personas que el psicológico, pero también se debería hacer hincapié en este último, pues muchas veces no nos damos cuenta de ello. Cuando tu pareja te controla más de lo normal, o incluso agresiones verbales, van creando poco a poco esa agresión psicológica. 

La agresión física, produce daños físicos en la persona; pero si nos paramos a pensar, la agresión psicológica no solo afecta a nuestro bienestar psicológico, sino también al físico si se manifiesta mediante cambios fisiológicos, o incluso cambio emocional que también afecta al físico en muchas ocasiones. 


Ahora os dejo el artículo y el link, y os invito a pensar en aquellas cosas que por el simple hecho de no darles importancia, parece que carecen de ella.




Una de cada cuatro mujeres, víctima de la 'violencia psicológica de control' por parte de su pareja.



Una de cada cuatro mujeres ha sufrido "violencia psicológica de control" por parte de su pareja o ex pareja masculina a largo de su vida, lo que en términos absolutos podría rondar los cinco millones de personas. 
Tal control se traduce en actitudes por parte del hombre como no dejarle ver a sus amigas o amigos, evitar que se relacionase con su familia, querer saber dónde estaba en cada momento, acusarla de infidelidad o enfadarse si hablaba con otro hombre. En el último año, el porcentaje de mujeres que sufren esa violencia es del 9,2%. 
Son datos que figuran en la macroencuesta encargada al Centro de Investigaciones Sociológicas por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. 
El sondeo, presentado por el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, y la delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Blanca Hernández, ha contado con una muestra de 10.171 mujeres de 16 o más años que han sido preguntadas por aspectos concretos de la violencia psicológica de control, emocional, económica, física y sexual, dentro y también fuera de la pareja. 


El 12,5% ha sufrido violencia de género

De la encuesta se desprende que el 12,5% de las mujeres de 16 y más años ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o ex pareja (un 2,7% lo ha padecido en el último año) y un 13% ha sentido a lo largo de su vida alguna vez miedo de sus parejas, informa Europa Press. En el 64,2% de los casos de violencia de género, los hijos menores de edad también sufrieron el maltrato. 
La cifra implica un aumento frente al 10,9% que declaró haber padecido violencia machista en 2011, el año de la anterior encuesta. No obstante, aquélla preguntaba por los últimos 10 años y sólo sondeaba a mayores de edad, mientras la actual ha preguntado a menores de 16 y 17 años abordando la violencia en toda una vida. 
El estudio también refleja que un 77,6% consigue superar la violencia machista y rehacer su vida.

AUTOR: RAFAEL J. ÁLVAREZ
FUENTE: elmundo.es

domingo, 29 de marzo de 2015

Videojuegos de acción: drones y violencia virtual

Videojuegos de acción: drones y violencia virtual

Si ya resulta difícil enfrentarnos a una sociedad real violenta, parece que hoy en día nos enfrentamos también a una violencia virtual.
Las nuevas tecnologías se han convertido en nuestra forma de vivir día a día, cuya presencia y uso es casi necesaria. Los niños crecen con gran cantidad de aparatos tecnológicos y es indudable que esto cambia y va a cambiar nuestro estilo de vida.
Entre esas nuevas tecnologías, encontramos la gran industria de los videojuegos, una nueva alternativa de ocio para quienes deciden invertir su tiempo libre en ellos y que crece de manera espectacular.
Existen gran cantidad de temáticas desde los educativos, aventura, acción, juegos online, estrategia, etc...
Los que más parecen preocupar por su contenido son los videojuegos de acción (guerra), ya que no son precisamente un alarde de paz y armonía....
¿Realmente son buenos este tipo de videojuegos, aumentan la probabilidad de generar conductas más violentas? ¿nos vuelven menos empaticos? o por el contrario, ¿ayudan a canalizar nuestros instintos agresivos y por ello, no debemos preocuparnos?
En mi opinión, la distancia entre el mundo virtual del videojuego y el mundo real está sujeta de un hilo demasiado fino que puede romperse en cualquier momento. Es por eta razón, la importancia de ser precavidos y cuestionarnos hasta que punto un niño o un joven sabe diferenciar estas dos dimensiones...

Aquí os dejo con el artículo:

Tal vez ya no sea extraño escuchar la historia del joven norteamericano de 19 años que suspendió las pruebas de mecánico militar después de fracasar en la escuela pero que se espoleó a un puesto como piloto militar de drones gracias a su destreza y horas pasados con su entretenimiento favorito: los videojuegos de acción. Un puesto en la armada estadounidense en activo con amplia responsabilidad de vidas y muertes. Una responsabilidad mayor que la de los mismos pilotos de los cazas norteamericanos.

La industria de videojuegos de acción (eufemismo que se utiliza para definir a videojuegos de guerra) se nutre de modelos virtuales de equipos reales de material militar de última generación que salen en marcas tan habituales como la conocida Play Station o XBox. Videojuegos al alcance de la mano que utilizan sistemas de simulación y control prácticamente iguales a los del ejército de EEUU. Y no es que se haya filtrado información “secreta”. Lejos de ello, el despliegue mediático de sus tecnologías puede ser más bien una poderosa herramienta de propaganda militar norteamericana para jóvenes adictos a la adrenalina. No menos importante resulta el barato medio de reclutamiento de jóvenes bien entrenados en el uso de videojuegos para el aparato militar. Así estos chicos pasarían de perder horas y gastar dinero a realizar un trabajo en donde además cobran por realizar su pasatiempo favorito, vestidos con vestimenta militar y en un lugar de trabajo codeándose con comandantes y altos oficiales.


La industria de videojuegos aumentó su producción en no menos que un 22% en 2013 en EEUU para llegar a 16,9 mil millones de dólares, de los que un 31,9% corresponden a videojuegos de guerra, esto es 5,4 mil millones de dólares. Un aumento que en contextos de crisis o de bajo crecimiento económico arroja datos sencillamente espectaculares.

Esta industria transitó varias fases de vida en las últimas décadas tanto en calidad, como en dramatismo y en perfección de imágenes y realismo. De la llamada era Atari en los 80, se pasó a la era Nintendo en los 90 hasta llegar a la era Sony desde el año 2000. En la era Sony la ficción supera ya casi a la realidad. El videojuego “Call of Duty” o “Medal of Honor”, por ejemplo, recrean tanto la jerga militar en acción, que no le falta sangre que caiga sobre el casco virtual del videojugador cuando mata rebeldes a veces con atuendo árabe, estrés continuo con tiros, bombas y proyectiles con su música de fondo en lugares tan reales de guerra como Afganistán. Igualmente, a menudo se dan discursos de los jefes sobre la importancia de defender la democracia, la libertad de expresión y que estos héroes lo que hacen es defender el mundo desarrollado del caos. Así se forma una realidad que según reconoce un comandante jefe de pilotos de drones norteamericano puede fácilmente hacer confundir la realidad con la ficción.

Un repaso de la psicología de la violencia no ayuda mucho a aclararse sobre esa conexión que el mismo oficial dice reconocer. Científicos como Fergusson y Anderson se han enzarzado en una controversia de la literatura científica sobre la correlación de videojuegos violentos y violencia. Algo que el sentido común no dudaría; en la ciencia oficial parece que no está claro según los métodos de estudio permitidos. Mientras que en la era Sony varios estudios encontraron correlaciones significativas entre el uso de videojuegos violentos y violencia positiva (Van Mierlo y Van den Buck, 2004). Por otro lado, sorprende leer un estudio meta-analítico de 2007 del gran defensor de los vídeos de violencia, el profesor de psicologia Christopher Fergusson, el cual dice que en sus estudios no acaba de demostrar causalidad entre uso de videojuegos violentos y acciones agresivas. El autor menciona de hecho efectos positivos de dichos videojuegos violentos incluyendo la hipótesis catártica freudiana, según la cual se consideraría que los videojuegos violentos reducirían las tendencias violentas. Y, como en la tragedia griega, más bien ayudarían a purgar o eliminar instintos agresivos. Un argumento que puede llevar a conclusiones engañosas. Es más, dicho profesor de Texas, no parece particularmente interesado en la cultura de paz a juzgar por el contenido de sus novelas en las que despliega de forma paralela su vertiente “artística”. Su último libro se llama los Reyes suicidas o “Suicide Kings”. El mencionado profesor Ferguson comenta con ironía que recomienda a su hijo que juegue todo lo que quiera con videojuegos como los de Call of Duty. Que no hay nada de qué preocuparse.

No obstante, como respuesta a los estudios del profesor Ferguson, el equipo del Dr. Anderson realizó en 2011 un nuevo y amplio estudio meta-analítico con sujetos de Japón y países de occidente en donde invalidan las conclusiones de Ferguson aludiendo a defectos de método. Igualmente, el equipo reafirma el riesgo de causalidad entre el uso de videojuegos de acción y comportamiento agresivo: también se evidencia falta de empatía o desensibilización en los jugadores. Ferguson por su lado replicó de nuevo al estudio. Y así sucesivamente los científicos escriben e investigan sacando conclusiones a veces opuestas. ¿Qué estará fallando en la ciencia, se podría preguntar uno?

Por suerte, los investigadores de neurociencia mostraron su interés en avanzar en lo obvio, llegando a mostrar con actuales métodos de neuroimagen que la exposición a videojuegos de acción por parte de jugadores expertos suprime áreas afectivas de áreas cerebrales relacionadas con la emoción (Mathiak y Weber, 2006). Ello implicaría que los jugadores expertos sienten menos empatía y se muestran menos sensibles.

No obstante, con una industria tan poderosa y lucrativa como la de videojuegos aliada con la industria militar no faltará mucho para que nuevos estudios de supuesto corte científico que se autodenominen neutrales aparezcan en revistas importantes y pretendan justificar lo injustificable ante el ojo crédulo de aquel que vea lo visible y “científico” como neutral o verdadero. Un vistazo a la “red” nos hace ver que aparecen de otras esferas devotos de los videojuegos presentando con una ironía preocupante la inocuidad de jugar matando virtualmente.

El problema de los videojuegos sería tanto el mencionado contenido como los mecanismos automáticos que crea su uso. Cierto es que un vídeo jugador entraría en flujo, desconectaría con el exterior cuando juega y pondría toda su atención en ello. El problema de automatizar los mecanismos de atención con base virtual y desensibilizarse ante lo que ocurre, es que no conocemos las asociaciones que las partes del cerebro pueden crear. Se demuestra que en determinadas circunstancias el cerebro no discrimina lo real de lo simbólico cuando nos sentimos mal, o padecemos dolor cuando recordamos un suceso pasado.

El problema de estos videojuegos es que bajo un prisma de inocuidad por falta de violencia física real se pueden generar mecanismos que desconectan la conciencia de lo que realmente se hace. Una urgencia y estrés que obliga a paralizar el análisis ético y automatizar movimientos rápidos para sobrevivir a las amenazas virtuales. A partir de ahí, el cerebro ya sabe que debe crear estereotipos para justificar rápidamente su necesidad de coherencia, pues la supervivencia virtual está en juego.

sábado, 28 de marzo de 2015

¿Los asesinos nacen o se hacen?


"Detectar" a un criminal o persona violenta no es tan sencillo. Aunque se siga pensando que estas personas tienen unos rasgos físicos visibles comunes, las investigaciones realizadas y las comprobaciones científicas seguirán refutando estas teorías. Sin embargo aquello en lo que se ha encontrado mayor similitud, es en las características del sistema nervioso. Como veréis en este artículo, existen variaciones en el la actividad del lóbulo prefrontal  y una mayor actividad de la amígdala (encargada de las emociones)  son, junto a factores genéticos y otros de experiencia,  algunas de las características que definen a las personas criminales. 
Pero es muy importante recordar que no quien posee alguna de estas características es una persona de este estilo, sino que es la combinación de ellas la que hace aumentar la probabilidad de serlo, pero no existe ninguna seguridad al 100%.



¿LOS ASESINOS NACEN O SE HACEN?
El Dr. Cesare Lombroso, que ha sido llamado "el padre" de la criminología moderna, estudiaba a los delincuentes encarcelados en Turín allá por 1870. Estaba convencido de los delincuentes estaban un escalón por debajo en la evolución, una regresión a un tipo de hombre primitivo o infrahumano.

Después de años de estudio, llegó a la conclusión de que se podía identificar a un asesino por la forma de su cara y por la longitud excesiva de sus brazos "simiescos". "Las orejas de un criminal", escribió, "son a menudo de gran tamaño". "La nariz es frecuentemente respingada o achatada en los ladrones. En los asesinos suele ser aguileña como el pico de un ave de presa".

Desafortunadamente, detectar a asesinos potenciales no resultó tan simple como esperaba Lombroso y sus hallazgos "científicos" pronto fueron desacreditados.

Cerebro iracundo

Pero este fue el inicio de una investigación que ha continuado por más de un siglo para averiguar si los criminales, en particular los homicidas, tienen cerebros diferentes al resto de las personas.

La invención de las técnicas de imágenes de resonancia magnética funcional en los años 80 revolucionaron el conocimiento de lo que ocurre dentro de la cabeza.

El primer estudio con escaneo cerebral de asesinos fue realizado en California por el neurocientífico británico Adrian Raine.

Raine había llegado hasta allí atraído no por sus playas sino, tal como él lo explicó, "por el gran número de individuos muy violentos y homicidas".

En el transcurso de muchos años el científico y su equipo escanearon los cerebros de numerosos asesinos y casi todos mostraban cambios similares.

Había actividad reducida en el córtex prefrontal, el área del cerebro que controla los impulsos emocionales, y una sobreactivación de la amígdala cerebral, la zona que genera las emociones.

Por lo tanto parece que los asesinos tienen cerebros que los hacen más proclives a la ira y el enfado y a la vez menos capaces de controlarse.

Maltrato

¿Pero por qué pasa esto?

Los estudios de Raine sugieren que una de las razones puede ser el abuso infantil, que puede generar asesinos al causar daños físicos al cerebro. El córtex prefrontal es especialmente vulnerable.

Uno de los prisioneros que el neurocientífico escaneó era Donta Page, un hombre que mató brutalmente a una joven de 24 años .

De bebé, Page fue habitualmente maltratado por su madre, y cuando creció las golpizas empeoraron.

Su madre usaba cables de electricidad, zapatos, cualquier cosa que encontrara a mano.

No eran golpes de vez en cuando, sino casi a diario.

"El maltrato físico a temprana edad, entre otras cosas, puede haber producido el daño cerebral, que puede haberlo llevado a cometer este acto violento", dice Raine.

Sin embargo, solo una pequeña fracción de aquellos que sufren una infancia terrible se convierte en asesinos.

El gen del guerrero

¿Puede entonces haber otros factores que predispongan al asesinato?

La respuesta fue hallada en 1993 con una familia en Holanda en la que todos los hombres tenían un historial de violencia: 15 años de minuciosa investigación revelaron que a todos ellos les faltaba el mismo gen.

Este gen produce una enzima llamada MAOA que regula los niveles de neurotransmisores involucrados en el control de los impulsos.

Así se descubrió que si alguien carece del gen MAOA o tiene una variante de baja actividad, está predispuesto a la violencia.

A esta variante se la conoce como el gen del guerrero.

Alrededor del 30% de los hombres lo tienen, pero su activación depende fundamentalmente de lo que ocurra en la infancia.

Infancia feliz

Jim Fallon, profesor de psiquiatría de la Universidad de California, tiene un interés personal en esta investigación.

Después de descubrir un sorprendente gran número de asesinos en el árbol genealógico de su familia, realizó un estudio genético de sí mismo y vio que tenía un montón de genes que han sido vinculados al comportamiento psicopático violento.

"Personas con una genética mucho menos peligrosa que la mía se convirtieron en homicidas y son psicópatas", dice Fallon.

Pero él no es un asesino sino un respetado académico.

Su explicación es que él estuvo protegido de una herencia potencialmente violenta por una infancia feliz.

"Si tienes la versión de alto riesgo del gen y te han maltratado en la infancia, las posibilidades de una vida criminal son mucho más altas".

"Si tienes el gen de alto riesgo pero no fuiste maltratado, entonces no hay realmente mucho riesgo. Así que el gen solo por sí mismo no afecta dramáticamente el comportamiento, pero en ciertas condiciones de entorno hay una gran diferencia".

Combinación asesina

Por lo tanto, parece que una tendencia genética hacia la violencia y el maltrato infantil son literalmente una combinación asesina.

Eso quiere decir que los homicidas nacen y se hacen al mismo tiempo.

Ahora tenemos un conocimiento mucho más sofisticado de las complejas interacciones entre los factores sociales y biológicos que predisponen a la violencia. ¿Pero qué podemos hacer con esa información?

Las investigaciones se centran ahora en maneras de reducir el comportamiento violento y hay evidencias de que enseñar formas positivas de crianza de los hijos a las familias que están en riesgo es efectivo para mejorar el control de los impulsos.

La esperanza es que ya que sabemos mucho más sobre las causas del comportamiento homicida seamos capaces de detectar las señales de alarma e intervenir antes de que sea demasiado tarde.



FUENTE: BBC MUNDO
LINK: 

AUTOR: Michael Mosley
15/03/2015


jueves, 26 de marzo de 2015

Perdonar al violador que le desfiguró la cara



Como personas de este mundo sabemos que hay infinidad de cosas que nos sorprenden y que cada día surgirán otras nuevas. Esta noticia que os dejo a continuación es una de ellas.

Para muchas víctimas de diferentes tipos de violencia, no les resulta fácil denunciar o alejarse de su agresor por sentirse amenazadas, y sin duda este podría ser uno de esos casos. Lo que posiblemente nadie se esperaba fue la decisión que tomó esta chica de retirar la denuncia hacia su agresor, quien además era su marido con el que había sido casado a los 17 años de edad. Pero más sorprendente aún es el hecho de hacerlo incluso cuando tiene a mucha cantidad de gente apoyándola y ofreciéndola todo tipo de ayudas. Las interpretaciones de dicha decisión pueden ser varias.

La violencia de género ha existido durante toda la historia, y simplemente el hecho de publicar lo que se sabe, alarma al mundo y da una oportunidad más de aportar algo para ganar la lucha contra el problema. Lo importante no es conocer estos sucesos, sino concienciar a la gente para que no ocurran cosas similares.



Os dejo el enlace donde podéis encontrar el artículo:


Perdonar al violador que le desfiguró la cara



Su caso ha conmovido y escandalizado a la sociedad marroquí: Jawla, una menor que fue violada, casada con su agresor y más tarde desfigurada por él con una cuchilla de afeitar porque le pidió el divorcio, ha decidido perdonar a su marido porque dice que le sigue amando.

La noticia ha sentado como un jarro de agua fría a muchas ONG y a las personas que se habían solidarizado con Jawla, de 17 años, cuando ella declaró esta misma semana a una emisora de radio local que perdona a su marido (actualmente en la cárcel) y que renuncia a denunciarle por haberle rajado y desfigurado la cara.

La joven incluso justificó los hechos, ante la sorpresa de todos, porque su marido estaba bajo el efecto de estupefacientes cuando la agredió y que esa agresión la hizo instigado por sus familiares, antes de concluir insistiendo que se suicidará si él no sale de la prisión.

El caso se remonta al pasado 8 de noviembre, cuando el marido de Jawla le agredió con una cuchilla de afeitar causándole profundos tajos en la cara, las manos y otras partes del cuerpo, por haberle pedido el divorcio.

El marido de Jawla era el mismo hombre que la había violado cuando tenía 16 años y con el que entonces fue obligada a casarse con el consentimiento de su familia como forma de "salvar el honor".

El matrimonio permitió al violador evadir la cárcel, en virtud del artículo 475 del Código Penal (que ya fue anulado este año).

La agresión de Jawla tuvo una gran repercusión social y mediática cuando los diarios publicaron primeros planos de su rostro desfigurado, y muchos se sumaron para denunciar la agresión y ofrecer asistencia y apoyo a la joven.

Responsables de la ciudad de Marrakech como el delegado gubernamental, Abdesalam Birkat, o la alcaldesa, Fatima Zahra Mansuri, prometieron encargarse del tratamiento facial y la reconstrucción quirúrgica de la menor.



Reconstrucción facial

Varias asociaciones nacionales se comprometieron a enviar abogados para defenderla contra su agresor, otras ONG francesas se comprometieron a pagarle la reconstrucción facial en Europa, e incluso el consulado de Francia en Marrakech se ofreció para facilitarle un visado exprés.

"Todo esto ha quedado ahora en suspenso -lamentó sorprendido Omar Arbib, representante en Marrakech de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH)-; ahora nos vemos incapaces para denunciar este caso de violencia ante el tribunal tras la renuncia de Jawla".

Y es que la sorprendente retractación de Jawla ha tenido como efecto paralizar todas las iniciativas para ayudarle y hasta su propia madre, indignada, ha dejado de dirigirle la palabra.

Arbib indicó a Efe que, aunque la Fiscalía decida seguir con la acción pública contra el agresor, la renuncia de la víctima significa que lo máximo que podría obtenerse contra él es una leve pena de prisión en suspenso.



A pesar de las diferencias, el caso de Jawla recuerda al de Amina Filali, la niña que fue violada con 15 años y obligada a casarse con su violador, hasta que no aguantó más y se suicidó ingiriendo un matarratas en 2011.

El caso de Amina Filali llevó a que en el pasado enero fuera derogada la ley 475 que permitía a un violador casarse con su víctima y evitar así la cárcel.

Sin embargo, las asociaciones feministas aún esperan la reforma de otras dos leyes: una para castigar con más claridad la violencia machista, y otra para terminar con el matrimonio de menores.



Cada año se casan en Marruecos unas 40.000 niñas menores, muchas de menos de 15 años, gracias a un "agujero legal" en el artículo 20 de la Mudawana (Código de familia): el que contempla que puede haber excepciones, autorizadas expresamente por un juez de familia previo examen médico o social, que permitan desposar a una menor de 18 años.





FATIMA ZOHRA

23/11/2014 12:14 horas

FUENTE: elmundo.es

miércoles, 25 de marzo de 2015

LA PROBLEMÁTICA DEL BULLYING BULLYING. ¿TAMBIÉN EN LA UNIVERSIDAD?

El otro día me encontré en internet con una  noticia y decidí subirla (enlace de la noticia).  El motivo por el cual he decidido publicar una noticia que trata casos y problemas salvadoreños, es porque pienso que no son exclusivos de esa zona. El bullying está presente en todo el mundo.

Si bien  es cierto que, como indica Luis Alfredo Tucios, en la universidad es menos frecuente, no significa que deje de ser un delito y puede desembocar en graves problemas como depresiones, auto-desprecio o tensión.

Supongo que la desinformación sobre el bullying universitario se debe a la falta de denuncias. Sin embargo es “lógica” esta carencia, quiero decir, si ya en la escuela secundaria un/a chico/a que está siendo acosado/a  no se atreve a delatar a su acosador/a, bien sea por vergüenza o por temor a una represalia, en la universidad -donde ya es adulto y se ha madurado- esos temores se ven agrandados. Además se le suma el hecho de que no cuentas con tutores que están ahí para ti todo el tiempo o con tus familiares. Y es por la suma de todo esto que aquellos que la sufren, como las victimas A y B  de esta noticia, permanecen en silencio hasta que ya no pueden más.


Como punto final querría dar otro motivo del porqué de esta entrada. Este blog está dirigido a todo aquel interesado en la Psicología forense y criminal (principalmente), pero  los que espero que más  lo lean sean los estudiantes de Psicología y como futuros psicólogos vean y ayuden a ver que “la crueldad del instituto” puede que no se haya quedado solo en éste.

Fuente

MORALES, L. A. (10 de 1 de 2015). LA PROBLEMÁTICA DEL BULLYING BULLYING. ¿TAMBIÉN EN LA UNIVERSIDAD? Recuperado el 24 de 3 de 2015, de http://psicologiajuridica.org/archives/4110

sábado, 21 de marzo de 2015

"LAS MÚLTIPLES CARAS DE LOS AGRESORES SEXUALES"

La lacra de las agresiones sexuales no cesa. En callejones oscuros o a plena luz del día, en portales, a veces en el propio domicilio por parte de la pareja o de un ex... Un infierno para quien lo sufre. Y una pesadilla que en algún momento de su vida se cruza por la mente de cualquier mujer, aunque no haya padecido una experiencia tan trágica. Cada día se produce un delito de este tipo en Euskadi, según los datos de la Ertzaintza. El año pasado, 366. Dieciocho menos que el ejercicio anterior. Pese a todo, datos escalofriantes. ¿Qué es lo que lleva a un individuo a tomar por la fuerza a una desconocida o, a veces, incluso a una amiga? ¿Cuál es el perfil de este tipo de delincuente? 
"Siempre habrá agresores sexuales", admite Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco, quien coincide con la Ertzaintza en que la prevención en este campo pasa la educación en la empatía, la igualdad de sexos y la terapia tanto en víctimas como en verdugos. 
En la mayoría de los casos -explica-, los atacantes son varones de entre 25 y 40 años -"cuando mayor es su nivel de vitalidad"-, que prefieren atacar de noche durante los fines de semana o las temporadas festivas. Pero, aún así, no existe un único patrón. Desde el envalentonamiento delante de los amigos hasta el simple desprecio hacia la mujer, los autores de este tipo de delitos responden a motivaciones de muy distinta índole, que repercutirán en gran medida en el riesgo de reincidencia. Estos son los perfiles más habituales.


 Los apasionales

No planifican. Los apasionales, cuenta Echeburúa, son agresores ocasionales. "No lo planifican, no ejercen violencia más allá de la necesaria para cometer el acto y no suelen reincidir", desgrana. Su escenario habitual es el de una discoteca, donde el alcohol, las drogas, el calor y la música excitante cocinan el caldo de cultivo que les llevará a cometer el delito. Suelen moverse dentro de un grupo de amigos, que es el que ejerce la presión que finalmente les lleva a atacar a una mujer. "Se envalentonan, aunque en un principio les parezca mal", precisa el catedrático. Esa misma falta de iniciativa personal es lo que después deriva con más frecuencia en el arrepentimiento.
'Dating violence'. Los apasionales derivan, cada vez con más frecuencia, en el denominado 'dating violence'. "Es un tipo de violencia entre iguales, personas que se conocen, amigos. Salen, consumen alcohol o drogas -aunque no siempre- y el varón intenta llegar a algo más", explica Echeburúa. Ante la negativa de su compañera, el 'falso amigo' trata de tomarla por la fuerza. "Si ella ha consumido alguna sustancia, no solo pierde la capacidad de defenderse, también la de discriminar cuándo está entrando en una situación de peligro", indica el psicólogo. Precisamente por la relación cercana que une a atacante y víctima, el incidente suele tener lugar en espacios privados, como una vivienda o un coche, y es por el mismo motivo que en demasiadas ocasiones las afectadas no denuncian lo sucedido. 

Los reincidentes

Merodeadores. Al otro lado del espectro se encuentran los agresores reincidentes, que se mueven por impulsos más complejos. "Estos son los que planifican, los que espían, los que merodean y esperan a la víctima idónea". El caso de una estudiante americana a pertenece, con toda probabilidad, a este tipo, señala Echeburúa. Aunque la violencia no entiende de estratos sociales, los criminales sexuales reincidentes suelen pertenecer a clase media-baja o baja -no tanto en los ocasionales-, según lo observado en las cárceles. "Estas personas no buscan ayuda por iniciativa propia; sólo se les detecta una vez están presos, así que es de ahí de donde se sacan las conclusiones", cuenta el psicólogo. 

Psicópatas sexuales. Tampoco todos los reincidentes se ajustan a una sola descripción. Dentro de este grupo, subyacen otros dos: los psicópatas sexuales y los sádicos. Los primeros son "personas frías, sin escrúpulos ni remordimientos. Utilizan a la mujer como instrumento para satisfacer sus necesidades y carecen de empatía", explica Echeburúa. No se preocupan por las consecuencias que puedan desencadenar sus actos, al menos para la víctima. "Si huyen, es solo por temor a que les pillen". Algunos, incluso, pecan de creerse invulnerables. "Llegan a desafiar a la Policía y dejan una señal, se autoengañan creyéndose más hábiles", comenta el catedrático.

  Sádico. Los agresores de tipo sádico son los más escalofriantes, aunque también los menos frecuentes. Echeburúa los describe como criminales que "disfrutan haciendo sufrir a sus víctimas". Al contrario que los psicópatas, que huirán si los gritos de su víctima pueden alertar a policía o transeúntes, para los sádicos "el lloro y el temor no son elementos disuasorios, sino excitantes". "Llegan a herir o a matar para obtener placer". 

 Revanchismo y humillación. Esa falta de respeto hacia la figura femenina es uno de los principales argumentos que esgrimen aquellos que no ven en la castración química la solución idónea a los delitos sexuales. "En muchos casos, el origen no es la excitación en sí, sino una actitud machista, revanchista contra la mujer o un intento de vejación por falta de autoestima o por un rechazo", expone Echeburúa. Recuerda cómo la violación ha sido uno de los métodos de humillación más común desde hace siglos; cómo los conflictos bélicos, los vencedores abusaban sexualmente de las mujeres de los vencidos. La solución, opina el psicólogo, pasa por inculcar, tanto en la infancia como en los penados, el valor del respeto, la igualdad y la empatía. "Si se ponen en el lugar del otro, será mucho más difícil que comentan actos violentos". 

El pedófilo 

Diferencias. El catedrático en Psicología Clínica aclara que no es lo mismo un agresor que recurre a un menor por la dificultad de haber accedido a un adulto que un pedófilo: "El pedófilo solo se siente atraído por menores, tiene fantasías con ellos, echa horas en Internet para encontrarlos, conocerlos y pierde el interés cuando aparecen las características sexuales secundarias, como senos o vello". 

Secuelas. Lo que lleva a otra pregunta: ¿cuál es el riesgo que corre una víctima infantil de convertirse en un futuro agresor? Concreta Echeburúa que las probabilidades ascienden a un 25%, aunque en ello influyen otros factores: "crecer en una familia desestructurada, no haber integrado lo que está bien y lo que está mal, no haber sido concienciado de lo que suponen estos actos..." Sin embargo, recuerda el experto, tres de cada cuatro jóvenes consiguen superarlo y disfrutar sin miedos de sus relaciones en pareja. "No es un destino inevitable", insiste. "El tratamiento en estos casos es muy importante, no solo para evitar que sean abusadores o sufran otros problemas como ansiedad, sino también para que no le teman a la intimidad con otra persona".

Fuente:BURGOS, E. (8 de Marzo de 2015). Las múltiples caras de los agresores. El Correo.





viernes, 20 de marzo de 2015

Una Sociedad Violenta

La violencia en el juego se ha convertido en uno de los temas candentes, que últimamente parecen generarse descontroladamente. Surgen muchas preguntas ¿el juego nos hace violentos o más bien es resultado del reflejo de nuestra conducta violenta?

El fútbol es el deporte más conocido, el más seguido, el que tiene estadios más grandes, el que despierta más aficionados. Ya no son solo los enfrentamientos violentos  e irrespetuosos, como pueda ser el de los padres contra el árbitro en un partido de su hijo/a, sino fenómenos macrosociales que enseñan la peor cara del juego profesional y del ser humano.  

No hace poco, fuimos espectadores de acontecimientos violentos en el fútbol como la muerte del aficionado del Depor tras una 'batalla' entre el Frente Atlético y Riazor Blues o los cánticos machistas del Villamarín a favor de la violencia de género.

Todos estos sucesos también son temas de interés para la Psicología, por ello a continuación cuelgo un artículo del Psicólogo clínico y forense,  José Manuel Aguilar Cuenca que realiza una reflexión sobre la violencia en el juego.


EL juego permite al hombre desarrollar sus habilidades sociales, el lenguaje o el desarrollo de reglas. El juego es esencial en nuestro proceso de integración en la sociedad y su aparición define los distintos estadios por donde transcurre el desarrollo del ser humano. Lo interesante de juegos como el fútbol es que tienen establecidas reglas de funcionamiento, así como sanciones cuando no se acatan. Es un espacio acotado, bien definido, donde todos saben a qué atenerse, para bien, o para mal. Es decir, está dentro del grupo de enseñanzas que nos educan sobre qué se espera de nosotros, cómo nos relacionamos, qué podemos hacer y qué no y, aún más importante, qué consecuencias tendrá cada conducta.
Existen multitud de actividades humanas en donde no podemos elegir si participamos o no. Nos encontramos en medio de un atasco no por deseo de gastar nuestro tiempo dentro de una urna de metal y cristal, sino porque necesitamos ir a nuestro puesto de trabajo. El fútbol no entra dentro de ese grupo. Al fútbol uno no está obligado a ir. Lo elige como ocio o como pasión. O al menos eso parecería en un principio, pues acontecimientos como los que hemos vivido hace unos días parecen encajar mal en esta afirmación.
La realidad es que eso que una gran mayoría valoramos como algo voluntario se ha convertido para algunos en un elemento que les define como sujetos. En algo así como un credo o razón de ser. Ya no se llaman Juan o Encarnación, ahora son el hincha del club tal o un miembro de la sección radical del equipo cual. Eso hace que la valoración que hacen de un comentario contrario o un resultado desfavorable lo consideren un atentado a su propia integridad, con lo que no dudarán en poner en riesgo hasta su vida. Como sociedad, tal vez lo más importante pudiera ser plantearse por qué algo tan bueno, tan necesario, tan cargado de posibilidades para hacer crecer al sujeto y al grupo se torna en algo despreciable. A mi modo de ver mucho tiene que ver con que este tipo de sujetos viven el juego como algo esencial, algo que les define, como a usted o a mí nos define que somos parejas de, hijos de o padres de. El fútbol puede estar llenando muchas vidas alienadas, dando sentido al vacío.

El juego así entendido se convierte en un escenario donde saltarse las reglas. Pudiera parecer que como es algo inicialmente inocente tuviera menos importancia; sin embargo, comprobamos dramáticamente cómo una y otra vez esto tiene trágicas consecuencias. Una conducta, por natural que parezca, requiere de un escenario y condiciones para su aparición y aquí tenemos alguna pista de lo que como sociedad podemos hacer. En nuestra educación más reciente, hemos aprendido a no pasar impasibles ante conductas que utilizan la violencia cuando somos testigos de su uso en la calle. En algunos casos intervenimos para detenerla, como la valiente Tugce Albayrak, cuyo acto de enfrentarse a los acosadores de unas chicas le ha costado la vida; en otros nos movilizamos para llamar a la Policía. Por tanto, podríamos decir que somos responsables todos, por acción o por omisión.

Una segunda cuestión es que la violencia en el juego no aparece de golpe. En un proceso de fermentación que muchas veces arranca en el propio césped del estadio, los programas de debate o en el discurso de los dirigentes de los clubes. De los animadores en las luchas grecorromanas, amigos y familiares seguramente, a los hooligans británicos la evolución ha ido pareja a un aumento en las consecuencias de los actos de sus protagonistas. Eso nos da otra vía para intervenir ante este problema. No podemos hacer excepción, ni justificar la mínima conducta, pues puede ser la primera piedra que arrancará el alud en un terreno inestable.
En una sociedad donde la paz es vasalla de la violencia, si nos atenemos al valor que se da a ser competitivo, a buscar ser el mejor en los estudios o el trabajo sin reparar mucho en los medios para lograrlo, tampoco nos podemos extrañar de que de vez en cuando nos salpique a la cara nuestra propia hipocresía. A toro pasado se nos llena la boca de lamentos y recriminaciones, pero esta sociedad tiene a la violencia como uno de sus rasgos más definitorios. Sólo tenemos que encender la televisión o leer un periódico. En algunos sectores esta presencia se puede considerar idolatría y afecta a los más pequeños de entre nosotros, convirtiéndose en su ocio a través de videojuegos o películas.

Faulkner nos recordó que hablar del mal -no tocarlo, no participar, no defenderlo o rechazarlo, simplemente hablar de él- contamina. Cómo vamos a salir indemnes si allí donde posemos la vista la violencia nos sale al encuentro. No se puede nadar en la basura y querer oler bien. A lo mejor debemos probar a dejar de nadar. O aceptar resignados que somos seres con rincones donde habitan sombras que nos da vergüenza mirar. 

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