La criminología se ocupa también de las denominadas formas
de control social. El control social se define como el conjunto de
instituciones, estrategias y sanciones que se establecen para prevenir y tratar
el delito y comprende tanto los llamados sistemas de control formales, como son
la policía, el sistema de tribunales de justicia o el sistema penitenciario que
son los que intervienen para hacer frente al delito, como
también las formas de control social que pudiéramos llamar previas, informales
que día a día a lo largo de nuestra vida van formando y condicionando nuestro
comportamiento.
La evolución y desarrollo de la Criminología exige, cada vez
con mayor insistencia, la participación del Trabajo Social. El trabajo social,
no solo está colaborando en el tratamiento de la delincuencia sino que está
contribuyendo a la investigación sociológica del crimen para llegar a una mayor
comprensión del problema e idear la forma más adecuada de acción para prevenir
el delito.
El trabajo social no puede nunca investigar aspectos
individuales sin relacionarlos con los aspectos sociales que rodean al
individuo (factores familiares, económicos, culturales, áreas delictivas,
estigma, ecología del delito, etc.); siempre estudia al individuo o grupo de
individuos desde un punto de vista biosocial, su reacción frente al sistema de
normas y valores, el porqué de su conducta desviada, las características de su
personalidad, la estructura misma del sistema social que puede estar provocando
lo que consideramos como "actos sociales anómalos".
En el campo de la criminología jurídica trata por todos los
medios de orientar las reformas penales y penológicas tratando de ejercer
influencia sobre la actitud de la justicia en relación con el delincuente3,
mediante investigaciones sobre administración de la ley, tribunales,
sentencias, prevención, etc.
El trabajo social tiene como objetivo el estudio del
individuo, de los grupos, de las comunidades y de la sociedad en general y de
su mutua influencia, o interacción; su investigación por lo tanto es
principalmente aplicada, empírica; su metodología es esencialmente analítica y
experimental.
Se da demasiado énfasis al estudio del delincuente en sí y
poco a la forma de como se crea la ley, y a cómo se catalogan ciertas conductas
como delictivas, o a cómo algunas conductas de determinados grupos no son
catalogadas como tal.
Cuantas veces en el ejercicio profesional nos damos cuenta
de que no podemos readaptar a un delincuente porque hay situaciones que no
están a nuestro alcance resolver. Por ejemplo el tan clásico robo por
necesidad, le estamos diciendo al transgresor que no cometa más tal acción por
estar está reñida con la ley, tratamos de solucionarle su problema económico,
de trabajo, etc., pero solo podemos darle a veces una ayuda, una limosna, pero
no resolver el hecho que motivó su conducta y por supuesto, el individuo vuelve
a robar.
Nos parece normal enviarlos a los reformatorios, a las
cárceles, actitud ésta que entraña aceptación de la denominación de desviados
sociales, creando estereotipos de conductas desviadas o delictivas.
Nos preocupamos demasiado de la incapacidad del delincuente
para adaptarse a la realidad, a las leyes y a las reglas básicas de la sociedad
a que pertenece y no nos preocupamos de las personas que hacen las leyes, de
las leyes mismas, no examinamos si éstas están bien concebidas y no con
tribuimos al diseño de un sistema penal más justo.
El hecho de abocarse solo al estudio del delincuente deja de
lado a aquellos individuos que cometen delitos y no se les descubre, ya sea
porque son lo suficientemente hábiles para no ser descubiertos o por
respaldarse en el poder a estos individuos se les premia y asciende de
categoría. Es hora de cuestionar el uso que se le da al poder y no solo
dedicarse al estudio de aquel que recibe su descarga.
Es por eso que considero que el Trabajo Social puede y debe
fomentar los cambios sociales no a nivel de infraestructura sino de la
supraestructura. En el campo de la criminología su importancia queda de
manifiesto.
Enlace al artículo
Autor: Lucy Alvarez de González
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Autor: Lucy Alvarez de González
Lucía muchas gracias por esta gran reflexión. Me quedo sobre todo con una parte que has puesto de manifiesto. Los crímenes llevados a cabo por personas bajo el brazo protector de puestos de poder.
ResponderEliminarSon muchas las películas, los libros y las series televisivas que nos llevan a un mundo en el que los poderosos, sólo por ascender o por mantenerse en el poder, llevan a cabo crímenes horribles, siempre respaldándose en que es lo bueno para nosotros. Me vienen ahora mismo ejemplos a la cabeza tales como la quema de brujas o la inquisición.
Estoy completamente de acuerdo contigo en que, las invesigaciones sobre el Trabajo Social y, sobre todo, las del pago por la delincuencia, no se deberían dirigir sólo a aquel que comete el acto y paga por él, sino también a aquellos a lso que no llega la ley.