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martes, 31 de marzo de 2015

Una de cada cuatro mujeres, víctima de la 'violencia psicológica de control' por parte de su pareja.



Dado que los fundadores de este blog cursamos un grado de psicología, me parecería adecuado hablar de violencia psicológica. Este tipo de maltrato no parece tan llamativo como la violencia física, por ejemplo. No es tan visto en prensa y tampoco es fácil percibirlo ya que suele ocultarse más entre las parejas. ¿Quién no ha oído, por ejemplo, hablar de violencia de género?

Es cierto que escuchar casos de maltrato físico causa más conmoción en las personas que el psicológico, pero también se debería hacer hincapié en este último, pues muchas veces no nos damos cuenta de ello. Cuando tu pareja te controla más de lo normal, o incluso agresiones verbales, van creando poco a poco esa agresión psicológica. 

La agresión física, produce daños físicos en la persona; pero si nos paramos a pensar, la agresión psicológica no solo afecta a nuestro bienestar psicológico, sino también al físico si se manifiesta mediante cambios fisiológicos, o incluso cambio emocional que también afecta al físico en muchas ocasiones. 


Ahora os dejo el artículo y el link, y os invito a pensar en aquellas cosas que por el simple hecho de no darles importancia, parece que carecen de ella.




Una de cada cuatro mujeres, víctima de la 'violencia psicológica de control' por parte de su pareja.



Una de cada cuatro mujeres ha sufrido "violencia psicológica de control" por parte de su pareja o ex pareja masculina a largo de su vida, lo que en términos absolutos podría rondar los cinco millones de personas. 
Tal control se traduce en actitudes por parte del hombre como no dejarle ver a sus amigas o amigos, evitar que se relacionase con su familia, querer saber dónde estaba en cada momento, acusarla de infidelidad o enfadarse si hablaba con otro hombre. En el último año, el porcentaje de mujeres que sufren esa violencia es del 9,2%. 
Son datos que figuran en la macroencuesta encargada al Centro de Investigaciones Sociológicas por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. 
El sondeo, presentado por el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, y la delegada del Gobierno para la Violencia de Género, Blanca Hernández, ha contado con una muestra de 10.171 mujeres de 16 o más años que han sido preguntadas por aspectos concretos de la violencia psicológica de control, emocional, económica, física y sexual, dentro y también fuera de la pareja. 


El 12,5% ha sufrido violencia de género

De la encuesta se desprende que el 12,5% de las mujeres de 16 y más años ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja o ex pareja (un 2,7% lo ha padecido en el último año) y un 13% ha sentido a lo largo de su vida alguna vez miedo de sus parejas, informa Europa Press. En el 64,2% de los casos de violencia de género, los hijos menores de edad también sufrieron el maltrato. 
La cifra implica un aumento frente al 10,9% que declaró haber padecido violencia machista en 2011, el año de la anterior encuesta. No obstante, aquélla preguntaba por los últimos 10 años y sólo sondeaba a mayores de edad, mientras la actual ha preguntado a menores de 16 y 17 años abordando la violencia en toda una vida. 
El estudio también refleja que un 77,6% consigue superar la violencia machista y rehacer su vida.

AUTOR: RAFAEL J. ÁLVAREZ
FUENTE: elmundo.es

domingo, 29 de marzo de 2015

Cuando los medios de comunicación son útiles para los delincuentes

                Cuántas veces hemos pensado, mientras vemos por la televisión noticias acerca de la búsqueda de algún delincuente, algo como: “¿y esta información no le viene bien al sospechoso para volverse aún más escurridizo?”. Y cuántas veces hemos dicho aquello de “Si continúan explicando cómo funciona ese sistema de seguridad, ¿no harán que los futuros delincuentes sepan mejor cómo eludirlo?”. Pues bien, la realidad es que esto ocurre.
                Ciertamente, la policía, los jueces y los medios de comunicación ven irremediablemente confrontados sus cometidos cuando, ante una investigación de los primeros, los segundos exigen el mayor secreto posible mientras que los terceros acogerán de buen grado toda información que puedan divulgar entre sus lectores y espectadores. De esto se deriva una realidad problemática cada vez que los cuerpos de seguridad han de abordar la búsqueda y captura de cualquier presunto criminal, ya que los delincuentes, mientras campan líberos y son objeto de búsqueda, siguen los medios de comunicación para mantenerse al corriente no sólo del estado de la operación contra ellos emprendida, sino también de las medidas que la policía suele adoptar y poner en práctica para concluirla con éxito. En muchos casos, esto les permite resguardarse de las autoridades durante más tiempo y con mayor eficacia.
                En la noticia que presentamos a continuación, cuyo contenido original puede consultar el lector a través del enlace referido al final de la misma, y que ha sido extraída del diario El País, esta realidad es puesta de manifiesto contando, además, con testimonios de personas directamente implicadas que dan una idea de la dimensión del problema
 ¿Dónde están los límites entre el derecho a la información y la eficacia policial? No dudes en opinar con un comentario en esta entrada.
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Hay delitos menores, delitos mayores y delitos que generan alarma social, circunstancia esta última que multiplica hasta límites insospechados el trabajo policial. Es el ejemplo de los casos de “interés general”, cuando la pausa necesaria para una rigurosa investigación policial se contradice con las necesidades informativas de los medios y la presión de las autoridades para satisfacer esa demanda (y a veces sus intereses políticos). El policía se encuentra ante la obligación de informar al juez, ante el acoso periodístico que se ampara en una demanda ciudadana y ante la exigencia del cargo de dar respuestas en tiempo real. ¿Hay una política informativa diseñada para casos así? ¿Un protocolo de actuación? La respuesta es muy sencilla. No.

Sobrellevar una investigación policial y, al mismo tiempo, una estrategia informativa es una de las peores pesadillas del policía. El juez exige secreto; el periodista, información, y el político, progresos. Fuera de los despachos, en la calle, camina un delincuente, sigue actuando o simplemente está atento a la prensa para saber si le quedan huellas por borrar. Leen la prensa y ven la televisión.

“A mí, algunas investigaciones me las ha echado por tierra el delegado del Gobierno de turno que ha terminado ofreciendo detalles útiles para los delincuentes”. Esta severa acusación la profiere un experimentado policía con años a sus espaldas en la lucha antiterrorista y el narcotráfico. “Lo peor para cualquier policía es la presión de los mandos políticos. ¿Quién le niega a los jefes un dato?”. La respuesta es sencilla. Nadie.

El caso del pederasta de Ciudad Lineal en Madrid representa uno de estos ejemplos. Como antes lo fue el de la niña Asunta, en Galicia. Por cierto, el juez que lo instruye acaba de publicar una novela sobre una situación muy parecida. ¿Casualidad? Es su segundo libro: dos casos mediáticos, dos libros. Otra eventualidad que afecta a la investigación: cuando al juez le gustan las cámaras.

En el caso del pederasta de Ciudad Lineal, la policía se encuentra ante un delincuente atrevido y peligroso. Actúa al aire libre, bajo el anonimato de una gran ciudad. Sus víctimas son menores. El eslabón más débil de la cadena. Es el caso paradigmático que origina gran alarma, máxime si las autoridades lo declaran “enemigo público número uno”, condición innecesaria a efectos policiales. ¿Mejora esa declaración la investigación policial? La respuesta es igualmente sencilla. No.

Se divulgaron pormenores sobre búsqueda de imágenes en cámaras de seguridad de bancos y establecimientos, supuestos detalles de un retrato robot, especulaciones sobre el uso de diferentes vehículos. “A veces, los periodistas no se dan cuenta de que ciertas informaciones ofrecen datos útiles para los delincuentes. Les estamos enseñando a no cometer errores”, apunta un comisario. En una investigación compleja, donde el secreto tiene vías de agua, algunos se atreven a dar pistas falsas para que el delincuente cometa errores, piense que la policía va por un camino equivocado o reciba cierta información. En el caso del pederasta de Ciudad Lineal, la policía hizo especial hincapié en que las dosis de Orfidal que recibían algunas de las víctimas, a las que adormecía, podían ser letales: la intención de esta información era que el criminal lo tuviera en cuenta: “Teníamos miedo de que matara a su próxima víctima”, reconoce uno de los mandos del caso.

“No hay protocolos”, sostiene un antiguo jefe de prensa policial. “No tenemos una hoja de ruta. En estas situaciones, los políticos nos llevan ventaja: saben manejar mejor la relación con la prensa, las entrevistas off the record, las reuniones confidenciales con periodistas”. De todo eso hubo en el caso de Ciudad Lineal, que llegó a su colofón con una conferencia de prensa en directo, dirigida por el ministro del Interior, acompañado de altos cargos nacionales y locales. El enemigo público número uno había sido detenido.

La alarma social ha desaparecido. Las cámaras se van retirando. Ese enemigo público es ahora un presunto culpable. Para la policía y el juez prosigue la fase de instrucción. Para las autoridades políticas es un caso cerrado.

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Fuente: El País (elpais.com)
Enlace al contenido original: http://elpais.com/elpais/2014/10/20/eps/1413801619_215302.html