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lunes, 13 de abril de 2015

Los Lunes me MATAN: Dean Corll (Candy Man)

Hoy, en Los Lunes me MATAN hablaremos de Dean Corll también conocido como Candy Man o, el Hombre de los Dulces.
Dean Corll fue un hombre que asesinó durante los años más o menos 60 a 27 chicos adolescentes torturándolos y estrangulándolos en Houston.
Su historia es la de un chico que destacaba por ser amable y cariñoso entre todos sus vecinos, en el año 64 se alistó en el ejército aunque no llegó a servir mucho tiempo debido a que años antes había sido diagnosticado de un soplo en el corazón. Trabajaba en la tienda de dulces que había montado con su madre tras el divorcio de ésta con el padre de Dean Corll, y esa es la razón por la que también se le conoce como Candy Man.
Tras volver del ejército empezó a juntarse con adolescentes en reuniones en las que se tomaban drogas, en las que se emborrachaban... y, en ese tiempo se hizo muy amigo de dos chicos: Henley y Brooks, que posteriormente serían sus cómplices en los asesinatos al recibir dinero por llevarle víctimas e, incluso en el caso de Henley, llegando al punto de participar en alguna de las torturas.
Dean Corll murió a causa de 6 tiros disparados por Henley cuando un día aparecieron él, Brooks y Ronda, su  novia en la casa de Corll, que amenazó con asesinarlos.

Paso ahora a dar su ficha:
Nombre: Dean Corll
Fecha de nacimiento: 24 de Diciembre de 1939
Zona de confort: En general asesinaba en un cuarto habilitado para ello en la casa que tenía a causa de la tienda de dulces de su madre en Houston.
Modus operandi: Tortura, abuso sexual, e incluso castración de sus víctimas. Las mataba mediante estrangulamiento aunque en alguna situación usó un arma de fuego.
Victimología: Adolescentes de entre 13 y 20 años que le llevaban sus cómplices.




Como siempre aquí os dejo un vídeo explicativo, espero que os sirva para aprender un poco más sobre los criminales y su mente, ya que como dijimos esto es esencial también en la realización de perfiles de asesinos.


 

domingo, 29 de marzo de 2015

¿Qué había en la mente del pederasta de Ciudad Lineal?

                Sin duda, uno de los casos que más ha agitado a los lectores de los periódicos y a los espectadores de las noticas de nuestro país en los últimos años ha sido el de Antonio Ortiz, conocido como “el pederasta de Ciudad Lineal”, quien sólo durante el pasado año 2014 abusó de cinco niñas en aquel barrio de la ciudad de Madrid, y que ya en los años noventa había cumplido condena por un delito semejante.
                El motivo de traer a colación este caso en nuestro blog sobre Psicología Forense es lo particularmente interesantes que resultan los resultados arrojados por los informes psiquiátricos que le fueron tomados al delincuente tras su detención seis meses antes de la publicación de esta entrada. ¿En qué sentido se muestran singulares? Muchas personas podrían esperar que el sujeto se mostrase hostil, o incluso arrepentido. Pero existe un matiz que destaca sobre todos los demás: su falta de culpabilidad. En efecto, los informes destacan este rasgo, teniendo en cuenta una capacidad aparentemente intacta, por parte del sujeto, para discernir las prácticas éticamente aceptables de los actos dañinos hacia los demás. No obstante, no dejan de resultar claves otros atributos como su elevado autoconcepto y su bajo sentido de la responsabilidad.
                Estos resultados los hemos extraído de la noticia publicada por el diario El País el 16 de diciembre de 2014, y en el que pone de manifiesto los mismos. Aunque adjuntamos aquí el texto de dicha publicación, al final de la misma el lector puede encontrar el enlace al contenido original de la misma en la propia web del mencionado rotativo español.

*    *    *

El supuesto pederasta de Ciudad Lineal, Antonio Ortiz, detenido el pasado mes de septiembre, no sufre ningún trastorno psiquiátrico que le impida saber si comete conductas delictivas o no. Lo que sí padece es un trastorno de la personalidad con rasgos disociales y narcisistas, que le conducen a no sentir culpa por lo que hace, según un informe psiquiátrico encargado por el magistrado del caso, que lleva el titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Madrid, Arturo Zamarriego.
El informe, que ayer fue entregado a las partes personadas en el caso, destaca que el trastorno de la personalidad le hace tener una baja empatía y tendencia a la manipulación superficial afectiva, además de incapacidad de sentir culpa.
El documento también añade que Ortiz tiene una baja tolerancia a la frustración e incapacidad de sentir culpa y aprender de la experiencia. El supuesto pederasta se caracteriza por “un sentido elevado de sí mismo y dificultad de asumir responsabilidades,situándose en posición de víctima con tendencia a externalizar el origen de sus conflictos”.
Este informe descarta, en principio, que se le pueda aplicar alguna atenuante o eximente por problemas mentales. Los forenses han determinado que el supuesto autor de las agresiones sexuales a menores sabe lo que es real y lo que no lo es.
El juez instructor ha decidido mantener la prisión provisional tras toda la prueba practicada hasta el momento en la instrucción. En ella se encuentran los resultados de las ruedas de reconocimiento, las pruebas de ADN y las huellas halladas en uno de los pisos del supuesto pederasta, en el distrito de Ciudad Lineal.
*    *    *
Fuente: El País (elpais.com)

viernes, 27 de marzo de 2015

¿Somos psicópatas?

Una de las palabras que las personas suelen pensar  cuando se dice la palabra psicología es psicópata. Tal vez se deba al hecho a que ambas tienen el mismo prefijo o que los medios de comunicación han extendido su uso en exceso... 

Sea como fuere la palabra psicópata no tiene una definición conocida popularmente, sino que la relacionamos con el cine y la televisión. Siguiendo con esta linea, Rebeca Ruíz escribió el artículo que da nombre a esta entrada. En mi opinión es un gran artículo para aclarar la nube de ideas, imágenes y puede que incluso sesgos que el lector tiene sobre el psicópata. 

Para realizar el artículo original, su autora trato con profesionales del campo de la Psicología y de la Psiquiatría: Miguel Gutiérrez, catedrático de  psiquiatría de la Universidad del País Vasco y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría, y  Andreu Martín, licenciado en Psicología y uno de los mejores escritores de novela de España. 

Y para aquellos lectores con una vena cinéfila, como es mi caso, ¿Somos psicópatas? termina con un análisis de  algunos de los psicópatas del cine, la televisión y la literatura más clásicos y conocidos, como Hannibal Lecter de El silencio de los corderos, Norman Bates de Psicosis y The Joker de Batman

Para ver la noticia del artículo original pincha AQUÍ

Fuente
RUIZ, R. (11 de 2 de 2013). ¿Somos psicópatas? Recuperado el 27 de 3 de 2015, de http://www.efesalud.com/noticias/somos-psicopatas/



sábado, 21 de marzo de 2015

"LAS MÚLTIPLES CARAS DE LOS AGRESORES SEXUALES"

La lacra de las agresiones sexuales no cesa. En callejones oscuros o a plena luz del día, en portales, a veces en el propio domicilio por parte de la pareja o de un ex... Un infierno para quien lo sufre. Y una pesadilla que en algún momento de su vida se cruza por la mente de cualquier mujer, aunque no haya padecido una experiencia tan trágica. Cada día se produce un delito de este tipo en Euskadi, según los datos de la Ertzaintza. El año pasado, 366. Dieciocho menos que el ejercicio anterior. Pese a todo, datos escalofriantes. ¿Qué es lo que lleva a un individuo a tomar por la fuerza a una desconocida o, a veces, incluso a una amiga? ¿Cuál es el perfil de este tipo de delincuente? 
"Siempre habrá agresores sexuales", admite Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco, quien coincide con la Ertzaintza en que la prevención en este campo pasa la educación en la empatía, la igualdad de sexos y la terapia tanto en víctimas como en verdugos. 
En la mayoría de los casos -explica-, los atacantes son varones de entre 25 y 40 años -"cuando mayor es su nivel de vitalidad"-, que prefieren atacar de noche durante los fines de semana o las temporadas festivas. Pero, aún así, no existe un único patrón. Desde el envalentonamiento delante de los amigos hasta el simple desprecio hacia la mujer, los autores de este tipo de delitos responden a motivaciones de muy distinta índole, que repercutirán en gran medida en el riesgo de reincidencia. Estos son los perfiles más habituales.


 Los apasionales

No planifican. Los apasionales, cuenta Echeburúa, son agresores ocasionales. "No lo planifican, no ejercen violencia más allá de la necesaria para cometer el acto y no suelen reincidir", desgrana. Su escenario habitual es el de una discoteca, donde el alcohol, las drogas, el calor y la música excitante cocinan el caldo de cultivo que les llevará a cometer el delito. Suelen moverse dentro de un grupo de amigos, que es el que ejerce la presión que finalmente les lleva a atacar a una mujer. "Se envalentonan, aunque en un principio les parezca mal", precisa el catedrático. Esa misma falta de iniciativa personal es lo que después deriva con más frecuencia en el arrepentimiento.
'Dating violence'. Los apasionales derivan, cada vez con más frecuencia, en el denominado 'dating violence'. "Es un tipo de violencia entre iguales, personas que se conocen, amigos. Salen, consumen alcohol o drogas -aunque no siempre- y el varón intenta llegar a algo más", explica Echeburúa. Ante la negativa de su compañera, el 'falso amigo' trata de tomarla por la fuerza. "Si ella ha consumido alguna sustancia, no solo pierde la capacidad de defenderse, también la de discriminar cuándo está entrando en una situación de peligro", indica el psicólogo. Precisamente por la relación cercana que une a atacante y víctima, el incidente suele tener lugar en espacios privados, como una vivienda o un coche, y es por el mismo motivo que en demasiadas ocasiones las afectadas no denuncian lo sucedido. 

Los reincidentes

Merodeadores. Al otro lado del espectro se encuentran los agresores reincidentes, que se mueven por impulsos más complejos. "Estos son los que planifican, los que espían, los que merodean y esperan a la víctima idónea". El caso de una estudiante americana a pertenece, con toda probabilidad, a este tipo, señala Echeburúa. Aunque la violencia no entiende de estratos sociales, los criminales sexuales reincidentes suelen pertenecer a clase media-baja o baja -no tanto en los ocasionales-, según lo observado en las cárceles. "Estas personas no buscan ayuda por iniciativa propia; sólo se les detecta una vez están presos, así que es de ahí de donde se sacan las conclusiones", cuenta el psicólogo. 

Psicópatas sexuales. Tampoco todos los reincidentes se ajustan a una sola descripción. Dentro de este grupo, subyacen otros dos: los psicópatas sexuales y los sádicos. Los primeros son "personas frías, sin escrúpulos ni remordimientos. Utilizan a la mujer como instrumento para satisfacer sus necesidades y carecen de empatía", explica Echeburúa. No se preocupan por las consecuencias que puedan desencadenar sus actos, al menos para la víctima. "Si huyen, es solo por temor a que les pillen". Algunos, incluso, pecan de creerse invulnerables. "Llegan a desafiar a la Policía y dejan una señal, se autoengañan creyéndose más hábiles", comenta el catedrático.

  Sádico. Los agresores de tipo sádico son los más escalofriantes, aunque también los menos frecuentes. Echeburúa los describe como criminales que "disfrutan haciendo sufrir a sus víctimas". Al contrario que los psicópatas, que huirán si los gritos de su víctima pueden alertar a policía o transeúntes, para los sádicos "el lloro y el temor no son elementos disuasorios, sino excitantes". "Llegan a herir o a matar para obtener placer". 

 Revanchismo y humillación. Esa falta de respeto hacia la figura femenina es uno de los principales argumentos que esgrimen aquellos que no ven en la castración química la solución idónea a los delitos sexuales. "En muchos casos, el origen no es la excitación en sí, sino una actitud machista, revanchista contra la mujer o un intento de vejación por falta de autoestima o por un rechazo", expone Echeburúa. Recuerda cómo la violación ha sido uno de los métodos de humillación más común desde hace siglos; cómo los conflictos bélicos, los vencedores abusaban sexualmente de las mujeres de los vencidos. La solución, opina el psicólogo, pasa por inculcar, tanto en la infancia como en los penados, el valor del respeto, la igualdad y la empatía. "Si se ponen en el lugar del otro, será mucho más difícil que comentan actos violentos". 

El pedófilo 

Diferencias. El catedrático en Psicología Clínica aclara que no es lo mismo un agresor que recurre a un menor por la dificultad de haber accedido a un adulto que un pedófilo: "El pedófilo solo se siente atraído por menores, tiene fantasías con ellos, echa horas en Internet para encontrarlos, conocerlos y pierde el interés cuando aparecen las características sexuales secundarias, como senos o vello". 

Secuelas. Lo que lleva a otra pregunta: ¿cuál es el riesgo que corre una víctima infantil de convertirse en un futuro agresor? Concreta Echeburúa que las probabilidades ascienden a un 25%, aunque en ello influyen otros factores: "crecer en una familia desestructurada, no haber integrado lo que está bien y lo que está mal, no haber sido concienciado de lo que suponen estos actos..." Sin embargo, recuerda el experto, tres de cada cuatro jóvenes consiguen superarlo y disfrutar sin miedos de sus relaciones en pareja. "No es un destino inevitable", insiste. "El tratamiento en estos casos es muy importante, no solo para evitar que sean abusadores o sufran otros problemas como ansiedad, sino también para que no le teman a la intimidad con otra persona".

Fuente:BURGOS, E. (8 de Marzo de 2015). Las múltiples caras de los agresores. El Correo.