Sigamos hablando de violencia, en este caso familiar. Un tema
que en ocasiones da escalofríos, sobre todo cuando las víctimas son niños,
¿verdad?
En este artículo se hable de la violencia en menores dentro
de una familia, algo que parece muy traumático a primera vista; y no hace falta
decir que también existe la violencia de género (en mujeres) bastante llamativo
también, e incluso el maltrato de la mujer al hombre, quizás menos común y por
eso lo consideramos de poco impacto.
Hoy día, existen diversas organizaciones de apoyo a estos
menores y de protección. También se realizan estudios sobre el tema, pero estos
son difíciles de extrapolar, ya que es un tema que una propia familia no
reconocería, o nunca serían del todo verdaderas.
Además, como veréis durante la lectura del artículo, hay
varios tipos de maltrato infantil. Los ejemplos que se muestran son: maltrato
físico, maltrato psicológico o emocional, abuso sexual y abandono o
negligencia.
Otros temas de lo que se tratan, es la violencia familiar
(no solo centrada en menores) y el miedo de denuncia.
Os dejo el link del artículo.
Violencia familiar y el maltrato infantil
Gran parte de las agresiones hacia los niños permanece oculta por muchas razones, una de ellas es el miedo, más si quienes la ejercen son mamá o papá. ¡Alcen la voz y denuncien!
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el maltrato o la vejación de menores abarca todas las formas de malos tratos físicos y emocionales, abuso sexual, descuido, negligencia o explotación comercial o de otro tipo, que originen un daño real o potencial para la salud del niño, su supervivencia, desarrollo o dignidad en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.
En ese sentido, aun cuando el maltrato físico hacia niñas y niños fue el primer tipo de maltrato en ser identificado y, por consiguiente, en ser estudiado principalmente por los médicos pediatras, en la actualidad la mayor parte de los especialistas reconocen cuatro tipos de maltrato infantil: a) maltrato físico; b) maltrato psicológico o emocional; c) abuso sexual y d) negligencia.
Maltrato físico
Rosa María Álvarez de Lara, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, cita que el castigo corporal a los niños es una práctica culturalmente aceptada en la mayoría de los países, ello se debe a que siempre se ha legitimado socialmente el castigo físico en la crianza infantil.
Esta forma de castigo es la única forma de violencia interpersonal consentida por la ley bajo la suposición de que el castigo corporal está sustentado, según prácticas culturales ancestrales, en el ejercicio del derecho de corrección o de educación. Como un resabio de estas prácticas, en nuestro país todavía algunos códigos penales estatales, hasta fechas muy recientes, consideraron que las conductas de este tipo no eran punibles cuando en ejercicio del derecho de corrección se infringieran a la víctima lesiones que tardaran en sanar menos de 15 días.
Maltrato psicológico o emocional
James Barbarino y sus colaboradores, en el artículo titulado “The psychologically battered child”, publicado en la Jossey Bass Social and Behavioral Science Series, consideran que el maltrato psicológico no requiere la presencia de daños físicos, con solo presenciar la violencia en la familia o experimentar abandono, rechazo o explotación, se considera que el niño ha estado expuesto a comportamientos que constituyen abuso o maltrato psicológico. La mayoría de los expertos coinciden en que el maltrato psicológico debe involucrar un patrón de comportamiento destructivo por parte de un adulto y no ser meramente un incidente aislado.
De acuerdo con especialistas, existen cinco categorías de comportamiento que constituyen maltrato psicológico: el rechazo, el aislamiento, asustar o aterrorizar a la víctima, ignorarla y corromperla; en casos extremos pueden las víctimas sufrir más de dos de estas categorías. Este tipo de abuso puede resultar muy difícil de reconocer, aun para los especialistas, y a menudo puede llegar a confundirse con perturbaciones emocionales o psicológicas que tienen otro origen y que de no ser tratadas adecuadamente pueden originar serios trastornos a las víctimas.
Abuso sexual
Según el Informe Experto de la ONU de 2006, cada vez se reconoce más la existencia de la violencia sexual en el hogar, y de acuerdo con varios estudios realizados en 21 países, entre el 7 y el 36 por ciento de las mujeres y entre el 3 y el 29 por ciento de los hombres dijo haber sido víctima de agresiones sexuales durante su infancia. Según la mayoría de estos estudios, la tasa de abusos sufridos por las niñas es de 1.5 a 3 veces la de los varones. La mayoría de los abusos suceden dentro del círculo familiar.
De modo similar, un estudio de varios países realizado por la OMS, en el que se recogieron datos tanto de países desarrollados como de países en vías de desarrollo, mostró que entre el 1 y el 21 por ciento de las mujeres manifestaba haber sufrido abusos sexuales antes de los 15 años, en la mayoría de los casos por parte de varones miembros de la familia que no eran ni su padre ni su padrastro.
En este rubro también se puede integrar la práctica muy generalizada de los matrimonios forzados. En el mencionado informe de la ONU se calcula que 82 millones de jóvenes mujeres contraen matrimonio antes de cumplir 18 años y un número considerable contrae matrimonio a edades mucho más tempranas, a menudo de manera forzada y corren riesgo de sufrir violencia.
Abandono o negligencia
La OMS la define como aquella situación donde las necesidades físicas (alimentación, vestido, higiene, protección y vigilancia en las situaciones potencialmente peligrosas, educación o cuidados médicos) y cognitivas básicas del menor no son atendidas temporal o permanentemente por ningún miembro del grupo de los que están obligados a prestarle cuidado. La negligencia puede ser: A) Física, cuando no proporcionan los cuidados necesarios al infante o no se le supervisa adecuadamente, lo que puede llevar a ocasionarle daños. B) Médica, la falta de atención de salud tanto para la prevención de enfermedades como para atendérselas. C) Educativa, la falta de atención para que el niño o la niña asista regularmente a la escuela y la falta de vigilancia para que este no realice conductas que le lleven a un daño, por ejemplo, permitiendo que el niño use alcohol o drogas.
Violencia familiar
Rosa María Álvarez de Lara enfáticamente considera que la familia, que debería ser el lugar donde todos sus miembros estuvieran más protegidos, en ocasiones resulta ser el espacio que presenta más riesgos para la seguridad de los más vulnerables, especialmente de los menores de edad.
Cuando la familia falla en otorgar a sus miembros la protección adecuada y cuando la seguridad de niñas y niños está en juego, entonces la intervención de las instituciones de protección y bienestar de la niñez deberían participar necesariamente. Gran parte de la violencia ejercida contra los niños permanece oculta por muchas razones. Una de ellas es el miedo: muchos niños tienen miedo de denunciar los episodios de violencia que sufren y más aún si quienes la ejercen son el padre o la madre. En numerosos casos, el padre o la madre -que deberían proteger a sus hijos- permanecen en silencio cuando la violencia la ejerce su cónyuge u otro miembro de la familia, un miembro relevante del grupo o de la sociedad.
El miedo
El miedo está estrechamente relacionado al estigma que generalmente va unido a las denuncias de violencia, sobre todo en los lugares en que el “honor” de la familia se sitúa por encima de la seguridad y el bienestar de los niños. En particular, la violación y otras formas de violencia sexual pueden acarrear el recrudecimiento del silencio, más violencia o la muerte.
El movimiento de las mujeres fue el primer denunciante de la violencia familiar y de género, empeñada en visibilizar la magnitud y la crueldad del abuso silenciado por el simple hecho de que ocurre en el ámbito “privado”, pero que en realidad esconde la discriminación hacia las mujeres y el maltrato de los niños sometidos en un mundo patriarcal al abuso de los hombres y los adultos.
Convención de los Derechos del Niño
En este contexto, los médicos fueron los que lograron que este problema, que todavía afecta profundamente la vida de millones de niñas y niños en el mundo entero y que limita seriamente las posibilidades de desarrollo humano de buena parte de la humanidad, se reconociera como un asunto prioritario en la agenda de los Estados y en las políticas públicas gubernamentales.
Se incluyó el tema del maltrato infantil en la Convención de los Derechos del Niño, en el Artículo 19, que establece que la obligación de los Estados parte de proteger al niño o niña contra toda forma de abuso, descuido o abandono, y en las leyes nacionales sobre los derechos de niños, niñas y adolescentes.
Sin embargo, particularmente la violencia hacia los menores sigue siendo poco atendida, a pesar de que desde hace muchos años existen en México instituciones encargadas de velar por la seguridad y el bienestar de los niños y se ha avanzado en la adecuación del marco jurídico protector de niñas y niños; es quizá por eso que los casos detectados en instituciones de salud o de educación o denunciados por vecinos o familiares suelen ser casos de violencia extrema y en los que las instituciones de protección al menor llegan a intervenir.
México y España
Asimismo, en México no existe un plan integral de protección a niñas y niños, de ahí que las acciones que se toman resultan insuficientes, desarticuladas y en ocasiones ineficientes. Un ejemplo de esta desarticulación son las resoluciones judiciales sobre guardia y custodia de menores de edad, que en ocasiones no toman en cuenta la situación de violencia que aquellos viven en su ámbito familiar.
En España, en 2003, la Red de Organizaciones de Mujeres contra la Violencia de Género denunció que el 100 por ciento de los maltratadores solicita la guardia y custodia de sus hijos en los procesos de separación, mientras que en otros procesos solo la piden 15 por ciento de los padres, esa situación motivó que esta Red fuera particularmente crítica acerca de la insensibilidad de los jueces de familia en relación con la violencia a la concesión en todos los casos del régimen de visitas, incluso en ocasiones en las que los padres se encontraban en la cárcel, asimismo, llamaron la atención sobre el hecho de que desde 1997 hubieran muerto 51 menores asesinados por sus padres.
Falta de pruebas
En este mismo sentido, se ha dicho que a pesar del relato de las víctimas y de informes médicos, en numerosos casos y sin una investigación profunda, prevalece la falta de pruebas y la presunción de inocencia del progenitor sospechoso y se archivan las causas, lo que, en su opinión, condena a los menores “a un más que posible y perverso régimen de visitas con el presunto agresor”. En México no es posible estudiar a fondo este problema, dado que ni las encuestas, ni las estadísticas de casos de maltrato infantil son representativas del problema real, pues las primeras se realizan desde la perspectiva de las instituciones que las llevan a cabo y las segundas no son confiables por la diversidad de metodologías que les dan origen y que en el mejor de los casos las recoge el Inegi, el cual no incluye los casos de violencia que no se reportan.
¡Denuncia!... callarte te convierte en cómplice.