INTRODUCCIÓN
En este trabajo de revisión teórica, se abordará el término “psicópata”, presentándose la evolución del concepto a lo largo del tiempo. En la presente revisión, se va a realizar una exploración de distintos estudios que se centran en la relación entre la psicopatía y el control de los impulsos, apoyándose en pruebas psicométricas, técnicas de neuroimagen y entrevistas. Se tratará de averiguar el nivel de correlación entre el grado de impulsividad y el desarrollo de la corteza dorsolateral del lóbulo prefrontal. El déficit que muestran los psicópatas en dichas funciones explica gran parte de su conducta antisocial y carente de afectividad (1, 2). Por otro lado, se abordará el fenómeno de la psicopatía subclínica. Los psicópatas subclínicos no suelen delinquir, sino que se integran en la sociedad, pero pueden resultar excesivamente competitivos en sus lugares de trabajo y tender a la manipulación y explotación interpersonal, arruinando la vida de las personas de su entorno.Evolución histórica del término “psicopatía”
¿Qué es la psicopatía? Las acepciones de este término han ido evolucionando históricamente, en especial, a lo largo de los dos últimos siglos, empezando por las definiciones de autores clásicos en la Psiquiatría como Philippe Pinel (3), que calificaba a los psicópatas como personas que van en contra de las normas, empleando el término “locura sin delirio”, y enfatizando su falta de remordimientos y ausencia completa de restricciones. Emil Kraepelin (4) propuso el término “personalidad psicopática” para referirse a “personalidades pobremente dotadas por influencias hereditarias y otras influencias físicas tempranas en el desarrollo; cuya condición era parte de un proceso irreversible”. Robert D. Hare (5), afirma que “los psicópatas utilizan encanto superficial, manipulación, engaño, intimidación y violencia para controlar a otros y satisfacer sus propias necesidades egoístas,… carecen de conciencia y sentimientos hacia los demás, con sangre fría cogen lo que quieren y hacen lo que les apetece, violando las normas y expectativas sociales sin el más leve remordimiento, culpa o vergüenza”. El Dr. Hare realiza una clara distinción, afirmando que "psicopatía no es sinónimo de criminalidad". El Dr. Hare hace mención a la definición de "Psicópatas de cuello blanco", citada por el Dr. Freeman (6): “algunos trabajadores informales y poco fiables, empresarios depredadores y sin escrúpulos, políticos corruptos o profesionales sin ética que usan su prestigio y su poder para victimizar a sus clientes".Psicópatas “éxitos” y “no exitosos”
El Dr. Adrian Raine (7) halló pruebas de disminución de la actividad prefrontal y aumento de la subcortical en el cerebro de asesinos convictos, datos apoyados por estudios posteriores (8, 9). Estos cambios fueron observados sobre todo en asesinos que habían cometido crímenes de forma impulsiva, mientras que en los condenados por asesinato premeditado se detectó una actividad con parámetros dentro de la normalidad. En 2000, el Dr. Raine (10), mediante estudios de neuroimagen estructural, obtuvo resultados que mostraron que personas diagnosticadas de trastorno antisocial de la personalidad mostraban un 11 por ciento de reducción del volumen de la sustancia gris de la corteza prefrontal. En 2005, Yang (11) escogió una muestra de sujetos que provenían de agencias de empleo temporal de Los Ángeles y detectaron a varones con puntuaciones altas en pruebas psicométricas estandarizadas de psicopatía. Se obtuvo un certificado de confidencialidad de la Secretaría de Salud y Servicios Humanos de Norteamérica que protegía a los investigadores de ser citados por cualquier tribunal de justicia para dar información que hubieran recibido de los participantes en el estudio. Algunos de los sujetos de la muestra fueron capturados y condenados tiempo después por haber cometido crímenes, pero otros –que confesaron a los investigadores haber llevado a cabo crímenes– salieron impunes de sus actos criminales. En base a lo anterior, los sujetos fueron divididos en dos grupos: psicópatas “sin éxito” y “con éxito”. Yang empleó RM estructural para medir el volumen de la corteza prefrontal de estos individuos y hallaró que los psicópatas sin éxito tenían una reducción del 22.3 por ciento del volumen de la sustancia gris de esa región (diferencia significativa). Por el contrario, Robert Hare prefiere no tildarles de “exitosos”, pues afirma que “eran las mismas personas antes y después de su detención y/o desenmascaramiento. Son psicópatas ahora y eran psicópatas antes” (12).Psicopatía subclínica
En 1941 el Dr. Hervey Milton Cleckey (13) puso el foco de atención en los aspectos personales y emocionales del psicópata, sin restar importancia a los conductuales, pero considerándolos como variable dependiente de los primeros. En 1976, tras la quinta edición del libro de Hervey Milton, The Mask of Sanity, Robert Hare (14, 15, 16) validó empíricamente las observaciones y descripciones clínicas que durante años había mostrado Milton en sus estudios de caso. El novedoso hallazgo de estas investigaciones y estudios de caso fue la distinción entre la conciencia o empatía cognitiva y la conciencia o empatía moral en los psicópatas. Los psicópatas subclínicos serían aquellos individuos que no delinquen o cuyos actos delictivos no son detectados. En este sentido, se ha desarrollado en el ámbito de la investigación, el modelo de la llamada “Tríada oscura de la personalidad”, la cual incluye los rasgos psicopatológicos del maquiavelismo, el narcisismo y la psicopatía subclínica (17). Cada vez es mayor la sensibilidad clínica hacia los sujetos que no son transgresores de las leyes, pero que se denominan “psicópatas integrados” (18). Los psicópatas no tienen una pérdida de contacto con la realidad, ni experimentan los síntomas característicos de la psicosis. A diferencia de los psicóticos, los psicópatas son plenamente racionales y conscientes de lo que hacen y por qué lo hacen. Su conducta es el resultado de su elección, libremente realizada, convirtiéndose en el más perfecto depredador de su propia especie (19, 20, 21).DISCUSIÓN
El hecho de que la disminución de la actividad prefrontal y el aumento de la subcortical se hallara en los asesinos más impulsivos, mientras que los psicópatas no condenadores sugiere que el incremento en la actividad de la amígdala reflejase un aumento en la tendencia a manifestar conductas agresivas, y el déficit en la activación de la corteza prefrontal reflejase un déficit en la capacidad de inhibición de la actividad subcortical, no pudiendo así controlar la conducta agresiva los sujetos impulsivos. El hecho algunos psicópatas hubiesen cometido crímenes no detectados por la Justicia, sugiere que estos sujetos podían ejercer el control necesario de su conducta criminal como para no ser detenidos. Por tanto, lo más probable es que una estructura prefrontal relativamente intacta puede proporcionar a los psicópatas con éxito, tanto los recursos cognitivos para manipular y engañar satisfactoriamente a los demás, como una capacidad de toma de decisiones en situaciones de riesgo lo suficientemente buena para evitar una detención y captura legales. Los resultados hallados ayudan a entender cómo el poseer una corteza prefrontal que funciona correctamente ayuda a un número más o menos reducido de psicópatas a no ser capturados, pero no explica la etiología de la psicopatía. Hay muchas líneas de investigación abiertas en torno al componente genético que pueden tener estos individuos. Robert Hare lleva a cabo desde Canadá uno de los mayores esfuerzos en investigación para dar con la clave, desde diferentes enfoques: genético, psicométrico, etc. Se presupone un déficit de serotonina en estas personas y una tendencia a tener baja activación en la corteza dorsolateral prefrontal; pero los resultados de los estudios tratados demuestran que existen notables diferencias individuales entre los psicópatas.CONCLUSIONES
El campo de la psicopatía está aún por desarrollar en cuanto a modelos etiopatogénicos, pues las consecuencias sociales del trastorno sí son bien conocidas. Una hipótesis puede ser que el ambiente module la genética de los individuos. Sería interesante llevar a cabo más estudios de gemelos monocigóticos adoptados por diferentes familias, para poder concluir con mayor exactitud qué parte de la varianza explica el factor genético en este trastorno. Puede que en algunos individuos el factor genético sea muy potente y en otros no tanto, actuando al final el ambiente como modulador. Esto tiene importantísimas repercusiones de cara al tratamiento, pues si se consiguiera detectar a tiempo este trastorno en la primera infancia, existirían considerables terapias de prevención, llegando incluso a no producirse el trastorno.Pedro José Horcajo Gil: Psicología. Complutense de Madrid
José Luis Graña Gómez: Facultad de Psicología.
Reduca (Recursos Educativos).
Aquí os dejo el link para que consultéis bibliografía:
http://www.revistareduca.es/index.php/reduca/article/viewFile/1688/1706
Hola Lucía:
ResponderEliminarTu entrada me ha parecido sumamente curiosa. Me ha llamado mucho la atención cómo ha ido evolucionando el término a lo largo del tiempo y cómo a través de diversas técnicas como la neuroimagen se ha ido conociendo más sobre este trastorno. Ojalá que un día seamos capaces de identificarlo y tratarlo antes de que se produzca.
Un saludo,
Muchas gracias Estefany.
ResponderEliminarMi sospecha es que este tipo de personas existirán siempre. Sólo hay que detectarlos e intentar que estén adecuadamente adaptados a la sociedad en que vivimos. Hoy en día hay multitud de psicópatas adaptados a la sociedad y que realizan una gran labor para la comunidad. Con éste tipo de pruebas de neuroimagen se podrían detectar personas incapaces de controlar sus impulsos y así proceder a intentar enseñarles a hacerlo.